Kovic tuvo mala suerte. Hace un año, cuando era una preciosa bola de pelo juguetona a la que había que educar y atender y no sólo achuchar un ratito, acabo en manos de “una familia que buscaba un cachorro y no tenían ni idea del trabajo y la responsabilidad que esto supone”.
Dichoso empeño por tener cachorros habiendo tanto adulto ya educado esperando su segunda oportunidad. Los cachorros son mucho más exigentes, necesitan mayor dedicación y deberían estar en manos de las personas que más saben de perros, que mejor preparadas están para enseñarles y corregir comportamientos. Porque los cachorros sí que son una lotería. Da igual la raza, con un cachorro no sabes nunca exactamente hasta qué punto será dominante, enérgico, pasota, dependiente…
La cuestión es que “Kovic creció más de lo que esperaban, pero ese no es el mayor problema. Como cachorro que aún es, es inquieto en casa, nervioso, tira al andar con la correa, tiene problemas de ansiedad. A esto se suma, que por trabajo, no tienen casi nada de tiempo para él, para sacarlo a pasear”.
Kovic es mestizo un de pastor alemán. Tiene ya un año y se entregaría con cartilla y vacunas al día. “Es muy bueno, cariñoso, inquieto pero por su edad y porque no le han dedicado el tiempo suficiente y como sale poco, pues tiene mucha energía. Pero es un buenazo”.
En definitiva, que dicen que ya no pueden hacerse cargo de él y necesita un buen hogar, uno en el que sí se hagan cargo de educarle y asuman una responsabilidad de por vida. Todo un premio gordo de la lotería, vamos.
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