Hoy os traigo un artículo que no es mío, es de la protectora madrileña PROA, la asociación de la que salió Mina, mi anterior perra, la que ahora aparece en la cabecera de este blog. Pero sé que me leéis muchos voluntarios de distintas asociaciones y he pensado que os interesaría leerlo. Y también os puede resultar útil a aquellos amantes de los animales que, aunque no piséis las protectoras, tenéis perro propio.
Los perros que aparecen a lo largo del texto están todos en adopción en Proa. Si queréis ampliar la información sobre ellos podéis escribir a adopciones@proaweb.org También esarán encantados de atenderos en ese correo si necesitáis información sobre como colaborar con ellos como socios, apadrinando uno de sus perros o como voluntarios.
Todos los perros de Proa se entregan vacunados, desparasitados, esterilizados, con chip y con contrato de adopción. Solo en Madrid.
Cuando colaboramos con un albergue de animales debemos prestar atención a cuanto nos rodea, especialmente a aquellos que pretendemos ayudar.
Colaborar como voluntario de un albergue de animales es una empresa satisfactoria y que conlleva cierto desgaste. En ocasiones, es además una tarea peligrosa puesto que no todos los animales a los que pretendemos ayudar y con los que vamos a trabajar van a entender nuestra presencia allí ni nuestras intenciones tal y como se las presentamos.
A la hora de involucrarse en un proyecto que trata con animales, debemos conocer y cumplir las normas de comportamiento del albergue y de aquellos animales que vamos a manejar. Es importante para realizar una tarea efectiva y de forma segura para nosotros.
- Nos moveremos siempre entre los patios y entre los perros con movimientos lentos, tranquilos, sin voces, evitando las concentraciones en los pasillos. No entraremos mas de 2 personas juntas en cada patio, y si es estrictamente necesario, mejor si sólo entra una. Cuando haya una pelea no nos concentraremos muchos alrededor, conservaremos la calma, no armaremos revuelo. Actuaremos rápidos y efectivos pero serenos.
- Al entrar en el patio miraremos hacia otro lado, girando algo la cabeza, entraremos un poco de lado respecto al perro. No nos dirigiremos en línea recta hacia él, siempre haciendo un pequeño arco (esto aplica en cualquier momento y sitio). Si el perro nos tiene miedo y se aleja o nos ladra le daremos señales de calma para relajar la tensión. Si podemos, nos quedaremos un rato en el patio con él emitiendo señales de calma y recibiendo las suyas, para ayudar en las tareas de socialización. Es conveniente entrar en los patios también para no hacer nada con el perro ni en el patio. Nos sentamos,e ignoramos al perro, ni siquiera le observamos. Podemos llevarnos un libro y leer, por ejemplo.
- Al limpiar el patio intentaremos no molestar a los perros que estén dentro en ese momento, y les ignoraremos para que ellos también lo hagan y nos dejen trabajar tranquilos. Al terminar les haremos alguna caricia como recompensa por haberse portado bien. Mucho mejor si es posible limpiar la instalación cuando los perros que la ocupan se encuentran en el patio de recreo. Al poner la comida les pediremos que se tranquilicen con un quieto, o si saben, pidiendo un sentado. En ese momento les premiamos ese momento de calma con la propia comida que le entregamos.
No miraremos a los ojos directamente, mucho menos si es a su misma altura. Miraremos a otro punto del perro, a la cabeza por ej, pero no a los ojos, sobre todo si el perro no nos tiene ya confianza. Nunca nos abalanzaremos sobre el perro: no nos acercaremos desde arriba como si fuéramos gigantes. Nos agacharemos junto a él pero de lado. Evitaremos la tentación de dar besos y abrazos que realmente les agobian y estresan. Ellos no suelen traspasar la distancia crítica de seguridad que nosotros estamos rebasando siempre que les manifestamos estas muestras de cariño.
- Si un perro se nos sube a dos patas, sea para lo que sea, normalmente es para llamar la atención. Nos giraremos al completo sobre nosotros mismos dándole la espalda. Entenderá la señal y nos dejará.
- No les perseguiremos nunca ni obligaremos a hacer cosas como ponerse el arnés por la fuerza. Si no quiere ponerlo ese perro pasaría a terapia para acostumbrarle.
- No les amenazaremos para darles órdenes: hablar con autoridad no es amenazar ni gesticular como si les fuésemos a hacer algo. Hay perros que con autoridad obedecen pero con amenazas (gritos, gestos), pueden ser hasta peligrosos y no se consigue nada.
- Si un perro nos da señales de amenaza: paramos lo que estemos haciendo; nos quedamos un instante quietos (señal de calma), nos giramos despacio y nos vamos. Nos iremos pero sin correr.
- El juego será tranquilo, mejor de tipo caricia. Procuraremos jugar con el perro en el patio de recreo, en el que vive habitualmente ha de ser todo mas relajado y lo cambiaremos por masajes. En el juego no excitaremos demasiado alperro, que en el albergue ya hay muchos estímulos que excitan y pueden subirle mas el estrés basal. Jugaremos tirando la pelota si es perro no obsesionado con ella. Si lo está no se la tiramos o como mucho 2 ó 3 veces, y se las quitaremos de su patio. Las caricias serán tipo masaje de modo que ayudamos en su relajación: estos masajes se harán con la mano abierta desde el cuello hacia la cola, siguiendo el sentido del pelo (al contrario les excita), primero siguiendo la columna y después en franjas iguales paralelas por los costados. También bajaremos por las patas de arriba hacia abajo. Si se deja y lo pide él, le haremos lo mismo en la tripa. Los cepillados se harán igual aunque con el cepillo, y sirven también como masaje de relajación además de que les saneamos a la vez el pelo, que por la forma de vida en el albergue se estropea mucho. Con cachorros el juego será de no mas de 5-8 minutos seguidos y después deben relajarse y descansar.
En el paseo le iremos hablando de vez en cuando, que el perro se dé cuenta de que va con nosotros, yendo pendiente de nosotros así, y de que le hacemos caso, le iremos animando cuando vaya bien, sin tirar. No daremos tirones de correa y sólo corregiremos si intenta comer algo que no deba por ejemplo, pero sólo por cuestiones de su seguridad, no por corregir comportamiento. Sin embargo dejaremos que olisquee tranquilamente, excepto si se va a comer algo o si huele algo que no deba. El olisqueo le produce relajación. Si tira, nos paramos y le llamamos. Como verá que nopuede seguir, se girará y volverá a nosotros. Le recompensamos entonces con continuar paseando. Si insiste le cambiamos el rumbo. Si en el paseo se encuentra con otro perro de frente, no seguiremos directos a él, haremos como un pequeño arco, de modo que no se crucen de forma directa en línea recta. También debemos hacerlo si se encuentra con algo hacia lo que no quiere avanzar.
- Cuidado con determinados perros: a los miedosos les trataremos con mucho cuidado, mucha señal de calma, tranquilidad, parano estresarles. Si hay tiempo apoyaremos en la socializaciónsimplemente sentándonos en el patio a esperar a que se acerque un rato, en sesiones cada vez que se va cada semana, y poco a poco cogerá confianza. A los que tienen cierta sensibilidad en zonas del cuerpo procuraremos evitarlas para no hacerles daño y provocar reactividad. A los que han tenido antecedentes de cierta agresividad o la siguen teniendo en según que situaciones, actuaremos con precaución, sin hacer gestos fuertes con las manos, sin obligarles tirando del collar por ej, no les empujaremos ni les quitaremos de los sitios por la fuerza sino reclamando obediencia con autoridad; no les quitaremos nada, menos de la boca y sobre todo no algo que se pueda comer. En general hay que tener mucha precaución con tirar del collar, no les suele gustar que les toquen el cuello. Aunque a algunos no les importa para nada.
- Si algún perro nos da miedo, no lo manejaremos, lo que tengamos que hacer lo podrá hacer otro voluntario. El perro huele la adrenalina y se alerta porque cree que le pueden atacar. Hay entonces un peligro de ataque defensivo y además el miedo hace que no reaccionemos con cautela y en una reacción desmesurada con perros con los que hay que tener cuidado, si hacemos un gesto no recomendado nos puede morder.
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